lunes, 16 de septiembre de 2013

Principios de la buena oratoria II.



4. Aprende a encauzar la conversación

 Los aportes del profesor que toma el examen o de los oyentes (otros alumnos o ayudantes de cátedra) resultan muchas veces positivos y te pueden ayudar. Pero en ciertas ocasiones, hacen que el discurso entre en un cauce trivial, o se aparte del propuesto primitivamente. Existen procedimientos para encauzar la conversación; por ejemplo, decir: “... sus palabras me traen a colación...” o “...eso me recuerda...”. Cualquier procedimiento empleado debe ser cuidadosamente escogido, a efectos de no ofender al oyente.

5. busca IDEAS y aprende a elegir los TEMAS


Las ideas surgen de la experiencia y de la habilidad que tengas para manejarla. La persona que tiene ideas puede apelar a ellas en cualquier momento. No se puede sostener una conversación si no se tiene algo que decir.

· En cuanto al tema, si es que lo puedes elegir, debe ser uno sobre el que tengas una opinión formada, y si no lo puedes elegir, como en el caso de un examen, es muy importante que además de la opinión del autor, puedas incluir la tuya propia o tu mirada especial, para que puedas hablar con autoridad, y si al mismo tiempo el tema te apasiona, es éxito asegurado.

· Si en lugar de un examen debieras dar una clase especial, o demostrar tu capacidad como orador, al seleccionar un tema debes buscar dentro de ti mismo, más concretamente puedes recurrir a:

a) tus experiencias

b) tus creencias

c) tus estudios o tu especialidad dentro del estudio

d) tus proyectos

e) tus emociones

f) tus sentimientos

g) la experiencia ajena

6. PROPORCIONA EJEMPLOS


Debes tratar que tu discurso “penetre” fácilmente en el auditorio, o que tu mensaje llegue fácilmente al profesor que lo examina, y a veces se choca con el inconveniente de la abstracción de tus ideas. La correcta ejemplificación, con relatos y objetos concretos, soluciona el inconveniente y clarifica la exposición.

Si dices: “Los escritores argentinos son muy inteligentes”, podría suceder que el profesor o algún oyente conozca algunos escritores que no participen, a su juicio, de esa cualidad, y no creyera en tu juicio como orador. Entonces sería más correcto decir: “Los escritores argentinos, como por ejemplo xx, yy, etc, son muy inteligentes”. Además, podrías aportar algunos datos (sobre la personalidad de esas figuras) que refuercen tu concepto sobre ellos.

7. haz COMPARACIONES


Este principio consiste en buscar elementos conocidos por el auditorio, que tengan analogía con tu tema de exposición. La comparación puede ser, por ejemplo, entre el cerebro y la computadora, entre el funcionamiento del radar y el rebote de una pelota, o una oración como: “es tan alto como un obelisco”, etc.

8. realiza CONTRASTES

Su uso tiene los mismos efectos que la comparación, pero se basa en el caso inverso. Es decir, debes buscar alguna relación llamativa entre dos elementos para llamar la atención del profesor o auditorio. Por ejemplo, el siguiente relato: “hace 70 años se encontró en un lago de la India un terrible monstruo, que medía 120 metros de largo, 15 de ancho y 22 de altura, siendo su peso aproximado de 100 toneladas, pero su cerebro apenas tenía el tamaño de una bola de billar”.

Por regla general, colocar frases ‘de efecto’ cada cinco minutos, mantendrá vivo el interés del auditorio.

9. USA ESTADÍSTICAS

Su correcta utilización constituye una gran ayuda. Sin embargo, una gran cantidad de datos estadísticos intercalados en la exposición puede llegar a aburrir, por lo cual éstos deben ser utilizados con un criterio adecuado. Un buen recurso consiste en dramatizar las cifras, diciendo, por ejemplo, la cantidad de átomos que entran en un alfiler, o el tiempo que tardaría una tortuga en atravesar el territorio argentino, etc.

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